EL TIEMPO EN EL AMOR

Son las seis de la mañana. Suena el despertador. Amanece un nuevo día para Catalina, que de un salto se pone en pie para empezar a amueblar esa nueva jornada. Mientras su marido se ducha, ella prepara el desayuno de él. Con un exquisito mimo y dedicación prepara el café, hace unas tostadas y un vaso de zumo de naranja natural recién exprimida. Coloca los cubiertos, la taza, la servilleta (de tela , por supuesto) y coloca una linda flor en el medio de la mesa. Se cruza en el pasillo con Miguel, el cual le da un beso express. Tiene mucha prisa. Ha quedado con un compañero de oficina para hablar de los cambios que puede haber en la empresa. Ella se lo queda mirando con cariño y suspira furtivamente. Se ducha y siente como el agua caliente le resbala por todo el cuerpo mimando canda uno de los poros de su piel. Se pone la mascarilla del pelo, mientras enjabona cuidadosamente todo su cuerpo, que luego deja esa fragancia tan exquisita a limpio que siempre la caracteriza. Se seca el pelo con mimo, planchando el pelo en las regiones donde se presenta un poco rebelde.
Ahora llega el turno de preparar el desayuno de los niños. Su marido ya se ha marchado. Se ha vuelto a dejar la ropa sucia en el suelo del baño. Ella lo recoge y lo lleva al cesto de la ropa sucia. El desayuno de sus hijos es algo primordial, así que procura que no falte de nada: cereales, leche con cacao y una pieza de fruta cortada en pequeños trocitos para que ellos no protesten. 
Mientras los niños desayunan, ella se viste, con una desenfadada camisa de colores ( le gustan tanto el color en su ropa) , y unos tejanos cómodos. Prepara la ropa de los niños, y mientras ellos se visten, les hace un bocadillo para media mañana. 
Límpia la mesa del desayuno, y vuelve a preparar la mesa para el almuerzo . La comida la ha preparado el día de antes: un exquisito guiso de alcachofas con ternera, sazonado con hierbas provenzales. Ella no come en casa, pero su marido llegará cansado a las tres de trabajar en la oficina y no tendrá tiempo para prepararse nada. 
Observa que todo esté en orden, que los niños hayan cogido los libros que les toca para la jornada, que no se olviden el neceser para la gimnasia y la flauta para música. 
Todavía le queda un poco de tiempo para escribir una nota con un Te quiero con un corazón , que deja estratégicamente colocado en el recibidor para que sea lo primero que vea Miguel al entrar. 
Deja a los niños en la puerta del colegio y marcha deprisa a su trabajo en la residencia de ancianos de su localidad. Allí es muy apreciada por su dedicación y paciencia. Josefina, esa linda viejita que cada día le pregunta que quién es y le pide cincuenta veces de ir al lavabo, le dibuja una sonrisa nada más entrar. Con una paciencia exquisita escucha a Mercedes que le explica que este fin de semana sus hijos vendrán a verla. Esta vez sin excusas, es que pobrecillos no tienen tiempo, estan tan ocupados.
La mañana pasa volando, tiene que hacer camas, asear a ancianos que no pueden hacerlo por sí solos, peinarlos, y les pone esa colonia que tanto les gusta a todos, con ese aroma a límon que agradecen todos como pasa su mano por sus agotados cuerpos.
Llegó la hora de la comida, y ella es la encargada de dar de comer a los que les cuesta especialmente. Matilde tiene una atrofia muscular que le impide coger los objetos. Ella lo intenta, pero se le caen al suelo, y una lágrima cae por su mejilla, al verse impotente. Catalina coge un pañuelo y le seca la lágrima y le da un beso en la cara. Ha dibujado una sonrisa en la cara de Matilde y abre la boca con premura y se come el puré de verduras que le servirá para nutrirle mínimamente. 
Es hora de la siesta, y con un cariño increíble pone a dormir a aquellos que más lo necesitan, que ya no les interesa ver la televisión, que quieren descansar como lo haría un tierno bebé. Ella se ocupa de arroparlos y acariciarles el pelo. Algunos lo agradecen tanto, que se quedan dormidos cogidos de su mano. 
Su turno de trabajo ha acabado. Saluda a sus compañeros de cambio de horario y va corriendo a recoger a los niños al colegio. Les prepara la merienda, mientras ella come lo que ha sobrado del guisado que había dejado preparado. Ya son las cinco de la tarde. Aquella tarde los niños tienen extraescolar de música y tiene que llevarlos al aula de violín (por cierto tiene que tener un hueco para comprarle otro al niño mayor, ya que se le ha quedado pequeño). Su marido no tiene tiempo de llevarlos, tiene que ir al gimnasio. Ha quedado con un amigo para hacer spinning. Y total, él piensa que es una pérdida de tiempo eso de llevar a los niños a música, los convierte en unos blandengues, lo importante es saber de economía y finanzas. 
Mientras los niños están en música, ella saca un libro que le tiene muy enganchada "Las manecillas del reloj" de Encarni Barrera. En ella una mujer fuerte es capaz de encaminar su vida a base de esfuerzo y valentía. Su imaginación vuela por unos momentos y hace que eleve su alma a otro nivel.
Los niños salen de música . Ella llega a casa , pone los platos sucios en el lavavajillas, y pone a hervir unas hierbas, con un hueso de jamón y un muslo de pollo para hacer un exquisito caldo , de esos que hacen chup-chup. 
Mientras tanto, llega Miguel del gimnasio. Mira el papel que al mediodía le había quedado desapercibido y ve el corazón y sonríe: "je,je, esta noche habrá fiesta" , imaginando que esa nota es debida a que su mujer se encuentra en auge sexual. 
La cena está exquisita, sencilla pero que deja un buen cuerpo para el descanso. Mientras su marido ve la televisión, donde siempre sale lo mismo, las mismas corrupciones, los mismos políticos, las miserias del día a día... Catalina prepara un vaso de leche para los niños y se dispone a hacer el ritual de la noche. Ir al lavabo , lavarse los dientes, leer un capítulo de un libro entre los tres, y luego vienen el momento de los besitos y caricias especiales que tanto gustan a los niños. 
Luego ella, también se asea, se peina un poco, y decide ponerse ese camisón blanco tan bonito que tiene y le da un toque de princesa. 
Miguel apaga la televisión y queda deslumbrado por la aún belleza de su esposa. Aunque realmente está más obsesionado en satisfacer sus pasiones internas. Ella le pregunta si le gusta el camisón. Él ni lo mira, y le dice descaradamente que le gusta más lo que hay debajo. Se lo quita y lo tira sin respeto al suelo. Ella lo acaricia. Siempre lo ha amado tanto, desde el primer momento en que lo vió. Catalina le dice que le diga algo bonito, algo que le inspire en sus caricias. Él pone una cara de fastidio como diciendo , ahora me va a hacer pensar.... Y con una facilidad increíble le dice: "Qué guapa que eres... ¿por qué me gustas tanto? ¿Ya está le replica ella? Y él le contesta: "No me vengas con chorradas ahora" . La posee con desesperación, ella mira hacia el reloj, son las 23:05. Realmente no está sintiendo nada. La doctora le dice que es normal, ya que toma unos antidepresivos que le hacen perder la la lívido. Esas pastillas que hace tiempo la atan a esta tierra. De repente oye unos gemidos que denotan que se ha acabado el ritual amoroso. Son las 23:10. No hay tiempo para nada más. Él se gira y se pone a dormir. Ella le dice : "Me gustaría que tuvieras más tiempo para mí" . Y él le dice: "Siempre con tus neuras". Anda duérmete. 
Después de estos momentos , ella no puede dormirse... Y sueña con que algún día a lo mejor hay tiempo para el amor. 

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